
Todo el mundo debería conocer la obra entera de The Housemartins, aquella efímera banda de Hull que a mediados de los años 80 nos iluminaba con su pop armonioso y letras reivindicativas.
Hay mucha vidad más alla de esos clásicos de barra de bar como "Happy Hour" o "Me and the Farmer", canciones redondas que deberían estar como decálogo de como elaborar hits perfectos.
Paul Heaton es uno de esos personajes ilustres dentro de la música anglosajona. Muy pocos artistas en las Islas puden presumir de una trayectoria tan dilatada en el tiempo y de paso tan majestuosa. Aparte de su carismática voz, única y reconocible, tiene ese don para convertr en oro todo lo que toca.
The Housemartins, The Beautiful South, sucarrera en solitario y a dúo don Jackie Abbot. Ir a un concierto de Heaton es ir a un festival de números 1.
Paul Heaton, Stan Cullimore, Norman Cook y Hugh Whitaker
Pero más alla de su carrera global, que algún día la analizaremos con detalle, hoy nos paramos en el segundo disco y último de esta banda tan singular. The Housemartins venían de debutar el año anterior con su inspiradísmo London 0 Hull 4, título mítico que dió para muchas controversias. Un trabajo que se ganó rapidamente el aplauso del público y de una crítica que veía en ellos ese aire fresco para competir con los mismísmos The Smiths de Morrysey.
Pero ellos tenían muy claro que este proyecto no iba a durar muchos años. Y así lo hicieron. "The People Who Grinned Themselves to Death" es un epitafio fresco y directo. Más elaborado en la producción e incorporando instrumentos de viento a cargo de Guy Barker o el magnífico piano de Pete Wingfield.
Los singles Five Get Over Excited, Me and the Farmer y Build ya son clásicos que revisitándolos 35 años después siguen sonando mejor que nunca. Los 12 temas que apenas llegan a los 38 minutos nos dejan maravillas como su potente comienzo, el tema homónimo que dispara contra la realeza y nos muestra una realidad que no parece en las revistas de papel couche o "The light is always green", un medio tiempo de una delicadeza extrema.
No te lo deberías perder porque es uno de los grandes discos de la década de los ochenta que lamentablemente ha pasado desapercibido para la gran mayoría.
Y como curiosidad, habría que preguntarle a Derek Ridgers (fotografo que los inmortalizó para el desplegable interior) por qué Paul Heaton llevaba un pin del Deportivo de la Coruña mucho antes de que el equipo gallego triunfase por tierras europeas. Algún día lo sabremos.
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